La fiesta del 1 de
noviembre es dedicada a los niños (Angelitos) que dejaron la gente de las
vivientes y el día siguiente el 2 de noviembre es dedicado a los adultos.
Toda la familia llega sobre la tumba de su ser caro la
escoba y el plumero a la mano los brazos llenos de ofrendas: lo que les
gustaban más, alimentos que preferían de su viviente, alcohol, así como coronas
de flores, confeccionadas con amor. Es también en cada casa la familia, quien
prepara el altar de los muertos con bellos manteles adornados o con papel
recortado que se instala sobre la mesa principal sobre la cual son puestos las
fotos de los desaparecidos " muertito " así como todos objetos
personales al que pertenece él: como su guitarra, sus instrumentos de trabajo,
sus puros…
Comemos bebemos cantamos a veces hasta la embriaguez. Si se
cambia calaveras en azúcar: el calaveritas de azúcar, con nombre inscrito en la
cabeza de éstos. Son objetos simbólicos que demuestran la relación muy
particular que el pueblo tiene con la muerte.
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